El interiorista Sigfrido Serra es el creador del espacio Horizonte Limón, una de las grandes novedades de Iberflora 2025. Tras sorprender con su instalación «Revolución naranja» en Textilhogar 2024, vuelve a Feria Valencia con una propuesta que aúna diseño, sostenibilidad y reflexión urbana. Inspirado en el skyline de una ciudad y teñido del color limón —vibrante, mediterráneo y evocador—, el espacio invita a repensar la relación entre naturaleza y entorno urbano.
En Horizonte Limón, lo cotidiano se convierte en símbolo y el diseño en vehículo de conexión sensorial, social y ecológica. Hablamos con Sigfrido Serra sobre el concepto detrás de este proyecto, su proceso creativo y su visión sobre el papel del diseño en las ciudades del futuro.
¿Cómo nace la idea de Horizonte Limón y qué mensaje quieres transmitir con esta instalación?
La idea de Horizonte Limón surge del deseo de acercar la naturaleza a las ciudades, de tender un puente entre lo urbano y lo orgánico. Horizonte Limón es un paisaje emocional dentro del contexto ferial. La instalación parte de una abstracción del skyline de una ciudad, reinterpretado a través del color vibrante del limón y de las formas que evocan esa silueta urbana, convirtiendo un símbolo cotidiano en una expresión de frescura, vitalidad y paisaje mediterráneo.
Quería construir un horizonte cromático que evocara sensaciones ligadas al paisaje agrícola mediterráneo, al color vibrante del limón, y a esa conexión entre ciudad, tierra, cultura y emoción. Es una llamada a repensar el vínculo entre lo natural y lo construido, a recuperar espacios de conexión emocional con nuestro entorno.
La instalación habla de equilibrio, de identidad local y de la posibilidad de mirar hacia el futuro con optimismo y energía, sin perder nuestras raíces. En definitiva, es un homenaje a lo que somos, proyectado hacia lo que queremos ser.
¿Qué retos has encontrado al diseñar un espacio dentro de una feria como Iberflora?
Diseñar en el contexto de una feria implica enfrentarse a muchos retos simultáneos. Uno de los principales es generar impacto en un entorno donde todo compite por llamar la atención. Además, los tiempos son muy ajustados, por lo que es fundamental construir una experiencia coherente y sólida tanto a nivel conceptual como técnico.
En el caso de Iberflora, quise trabajar con una narrativa emocional y visual que pudiera leerse de forma inmediata, pero que también invitara a la pausa y a la contemplación. El uso de materiales naturales aportaba honestidad al mensaje, pero también exigía una ejecución precisa. La logística, el montaje y el trabajo con elementos orgánicos requieren una coordinación milimétrica para que todo funcione como una pieza única.
A lo largo de tu carrera has trabajado en proyectos muy diversos. ¿Hay alguno que recuerdes con especial cariño o que haya marcado un antes y un después?
Sin duda, Orange Forest, el proyecto que diseñé para Hábitat Valencia, fue un punto de inflexión, lo recuerdo con mucho cariño. No solo por el reconocimiento que recibió, sino por la conexión tan especial que se generó con el público y con las marcas participantes. Fue un proyecto donde lo emocional, lo sensorial y lo conceptual se alinearon de forma muy orgánica.
Marcó un momento donde sentí que podía comunicar desde el diseño efímero de manera más personal y emocional.
¿Qué movimientos, tendencias, referentes o ciudades, te inspiran actualmente?
Me inspiran mucho los movimientos que entienden el diseño como una herramienta de activismo cotidiano. Aquellos que no se limitan a la estética, sino que transforman realidades desde lo social, lo ambiental o lo emocional.
Referentes como Ilse Crawford, India Mahdavi o estudios emergentes del norte de Europa que investigan con materiales circulares me resultan especialmente estimulantes. También encuentro una riqueza creativa enorme en lugares como Lisboa, Ciudad de México o Milán, donde hay una efervescencia continua, muy conectada con lo local, pero con una mirada abierta al mundo.
Colombia y Senegal son dos países que me inspiran profundamente por su manera de entender la artesanía como una extensión de la identidad y la comunidad. Allí, diseño y cultura se entrelazan con una fuerza que va más allá de las tendencias.
La mezcla entre artesanía, innovación y narrativa me parece clave para construir un diseño con alma y propósito.
¿Qué tendencias actuales en interiorismo y diseño crees que están marcando el rumbo del sector? ¿Cómo crees que evolucionará la relación entre diseño y sostenibilidad en los próximos años?
Veo una clara apuesta por el diseño emocional y multisensorial, donde ya no solo importa la estética, sino cómo nos hace sentir un espacio. Los interiores buscan conectar con las personas desde lo sensorial, generando experiencias que despierten emoción y bienestar.
También observo un uso cada vez más expresivo del color, formas más orgánicas y una vuelta consciente a materiales naturales o reciclados. El diseño ha dejado de ser solo forma: ahora es también relato, materia y emoción.
En cuanto a la sostenibilidad, creo que dejará de ser una opción para convertirse en la única manera posible de diseñar. No hablamos solo de materiales, sino de procesos responsables, durabilidad, trazabilidad, economía circular y un compromiso real con el entorno. Diseñar hoy implica hacerse responsable del impacto que generamos.
¿Qué consejo le darías a quienes empiezan en el mundo del diseño de interiores y quieren aportar algo diferente?
Les diría que escuchen mucho. Que observen cómo vive la gente, qué necesita, qué le emociona. A veces estamos tan centrados en diseñar desde lo visual que olvidamos que el diseño nace, sobre todo, de la empatía.
Aportar algo diferente no es forzar la originalidad, sino encontrar una voz propia basada en la autenticidad. Esa voz se construye con tiempo, con referencias, con reflexión y con actitud crítica.
También los animaría, como hago desde mi faceta docente en Barreira Arte + Diseño a experimentar sin miedo y a construir un discurso coherente. El diseño no es solo forma: es relato, es función y es impacto. Lo más poderoso que podemos hacer es conectar de verdad con las personas a través de los espacios que creamos.