Con una trayectoria que une arquitectura y naturaleza, David Jiménez se ha consolidado como uno de los paisajistas de referencia en el panorama nacional e internacional.
En esta entrevista comparte su visión sobre el presente y futuro del paisajismo, su compromiso con la sostenibilidad y el valor de Iberflora como punto de encuentro profesional para compartir conocimiento, descubrir tendencias y seguir impulsando el sector verde. La 54ª edición de la Feria Internacional de Planta y Flor, Paisajismo, Tecnología y Bricojardín, se celebrará del 14 al 16 de octubre en Feria Valencia.
¿Cómo ves la evolución del paisajismo urbano en ciudades como Madrid o València y qué papel crees que juega en la mejora de la calidad de vida?
Creo que estamos en un momento de cambio muy interesante. En ciudades como Madrid o València se percibe una voluntad clara de avanzar hacia modelos urbanos más verdes, más sostenibles y más humanos. Hay una apuesta por integrar el paisaje como parte fundamental de la planificación urbana, no como algo decorativo, sino como una herramienta real para mejorar el día a día de las personas.
Se están aplicando soluciones innovadoras en la gestión del agua, en el uso de especies autóctonas, en estrategias de renaturalización urbana… y, lo más importante, empieza a haber una conciencia ciudadana que valora estos espacios. Cuando un barrio gana sombra, biodiversidad y belleza, mejora también la calidad de vida de quienes lo habitan.
Iberflora es el punto de encuentro profesional más importante del sector verde a nivel nacional. ¿Qué papel crees que juega Iberflora en el impulso del paisajismo?
Iberflora es un punto de encuentro real entre profesionales que amamos este oficio. Cada edición es una oportunidad para compartir ideas, descubrir nuevas técnicas o materiales y, sobre todo, reforzar el tejido que hace que este sector siga creciendo.
Su apuesta por el paisajismo ha sido clave en los últimos años. Ha dado visibilidad al diseño de espacios verdes como disciplina propia, con valor y recorrido. Para mí, es una cita imprescindible.
¿Cómo integras en tus proyectos criterios de sostenibilidad, biodiversidad y certificaciones como LEED o BREEAM?
Cada vez más proyectos nos piden integrar criterios ambientales desde el inicio, especialmente en promociones de cierto tamaño. En nuestro estudio trabajamos con certificaciones como BREEAM o LEED, y eso implica tener muy presente aspectos como el ahorro hídrico, la biodiversidad, los materiales sostenibles o el impacto a largo plazo del jardín.
Para ello, seleccionamos especies que se adapten bien al clima, que requieran poco riego manteniendo el valor estético y ecológico. También estudiamos cómo reducir el consumo energético en iluminación o cómo facilitar un mantenimiento más respetuoso.
Para nosotros no es solo un requisito técnico, es una forma de trabajar. Nos permite diseñar con conciencia, aportar soluciones que suman y, al mismo tiempo, dar al cliente un valor añadido. Porque hoy más que nunca, un jardín debe ser bello, pero también responsable.
¿Qué tendencias destacas actualmente en el diseño de jardines, tanto en entornos urbanos como residenciales? ¿Qué tendencias verdes crees que marcarán el sector durante los próximos años?
Se está consolidando el jardín naturalista, ese que parece surgir de forma espontánea, aunque esté pensado al milímetro. Son jardines que apuestan por especies autóctonas o adaptadas, de bajo consumo hídrico, con floraciones escalonadas, texturas diversas y una estética más libre, menos rígida.
Pero también intuyo que hay un cierto regreso a lo formal, aunque desde una mirada contemporánea. Jardines con estructuras limpias, muy contenidas, donde cada especie cumple una función y todo tiene un sentido.
De cara al futuro, creo que el camino va hacia lo regenerativo: jardines que reparan y que acogen biodiversidad, que gestionan el agua de forma eficiente y que enseñan a convivir con la naturaleza. Los suelos vivos, la integración de refugios para fauna, el reciclaje de recursos… todo eso formará parte del paisaje que viene.
¿Cómo comenzaste tu trayectoria en el mundo del paisajismo? ¿Qué te atrajo de esta disciplina y cómo crees que ha evolucionado tu estilo a lo largo del tiempo?
Mi entrada en el mundo del paisajismo fue casi accidental. En 2010 empecé a trabajar en un vivero como proyectista de jardines, sin una experiencia real en el diseño de exteriores. Venía del mundo de la arquitectura y había participado en algún proyecto de urbanismo, pero no tenía aún una relación directa con el paisaje.
Sin embargo, en cuanto empecé a trabajar con plantas, con tierra, con espacios vivos, me atrapó. Me gustó tanto que decidí formarme a fondo y desde entonces no he parado.
Lo que más me atrajo fue esa conexión directa con la naturaleza, la posibilidad de diseñar espacios que no solo se construyen, sino que crecen, se transforman, envejecen con el tiempo.
Respecto a la evolución de mi estilo, evidentemente en este tiempo también ha cambiado mi forma de proyectar: Al inicio mis jardines eran más complejos y algo confusos. Ahora tiendo a trabajar con menos especies, seleccionadas con mucho más criterio, buscando un equilibrio entre belleza, coherencia y funcionalidad.