«La infraestructura verde supone una gran oportunidad para mejorar nuestras ciudades y nuestra calidad de vida»

Pedro Calaza es el presidente de la Asociación Española de Parques y Jardines Públicos (AEPJP) desde hace unos meses y cuenta con un amplísimo recorrido en el sector. Es también Decano del Colegio Oficial de Ingenieros Agrónomos de Galicia, director de la Escuela Gallega del Paisaje de la Fundación Juana de Vega y Secretario del Consejo Gallego de Ingenierías. Además, es miembro del Grupo de trabajo WG7 de bosques urbanos y periurbanos de la FAO, del Grupo de estudos do territorio de la Universidad de A Coruña y coordinador de la Comisión de Bosques Urbanos y Norma Granada de la AEPJP.

Entrevistamos a Calaza para hablar sobre las últimas tendencias en el ámbito de los espacios verdes públicos y los retos de las ciudades.

Desde febrero es usted el presidente de la AEPJP. ¿Cuáles son sus prioridades y objetivos en esta nueva etapa de la entidad?
La AEPJP siempre ha estado volcada en la construcción de conocimiento, la profesionalización del sector y en atender las necesidades de los socios para que finalmente todo redunde en los usuarios finales, que son los ciudadanos. En nuestros 50 años de historia nos hemos ido amoldando a los cambios conceptuales, al desarrollo de técnicas innovadoras de diseño, gestión y mantenimiento, a los avances en la percepción y entendimiento de los espacios verdes urbanos y, cómo no, a las necesidades cambiantes de los ciudadanos. En ese sentido, siempre hemos ido de la mano de las instituciones de formación especializada como universidades, centros de formación de jardinería, actividades con ciudadanos, etc.

Somos una asociación humanista, perseguimos la mejora de la calidad de vida, bienestar y salud de la población (social, física y psíquica) mediante una gestión mejor de nuestros espacios verdes.
Por último, creemos en la transversalidad, en el intercambio de conocimiento y en el trabajo de equipos multidisciplinares para abordar los problemas urbanos y humanos.

Los objetivos son claros, seguir en este periplo volcado hacia los ciudadanos y socios e ir incorporando los últimos conocimientos y técnicas para atender a las necesidades e inquietudes de la sociedad. Tenemos el firme convencimiento de trabajar para la sociedad en el presente, pero también mirando hacia el futuro.

¿Cuál cree que es la situación actual del patrimonio verde de las ciudades españolas? ¿Hay más conciencia por parte de las administraciones de su importancia?
La importancia del patrimonio verde es patente y siempre ha sido clave en nuestra legislación, concretamente aparece reflejada en la Ley 7/85 reguladora de las bases del Régimen Local; en su artículo 25.2 se indica que el municipio ejercerá en todo caso como competencias propias (en los términos de la legislación del Estado y de las Comunidades Autónomas) en el medio ambiente urbano: en particular, parques y jardines públicos, gestión de los residuos sólidos urbanos y protección contra la contaminación acústica, lumínica y atmosférica en las zonas urbanas.

Aparte de ello y de forma transversal, también se recogen en esa Ley otras materias cada día más vinculadas con la infraestructura verde como el urbanismo: planeamiento, gestión, ejecución y disciplina urbanística; la evacuación y tratamiento de aguas residuales, la promoción de la actividad turística, la salubridad pública, promoción del deporte, etc. Probablemente en esa Ley todavía no estaba tan clara la relación entre los espacios verdes y el resto de materias, pero hoy en día es claro, así se apunta en la Ley 33/2015 de Patrimonio Natural y biodiversidad, la Estrategia nacional de infraestructura verde y de conectividad y restauración ecológicas o diferentes normas, leyes y decretos focalizados en el cambio climático, la energía, etc… Desde mi punto de vista, hay mucha más conciencia que emana de diferentes fuentes, de la propia legislación, de las directrices europeas y de una sociedad más culta que demanda un uso sostenible y racional del territorio.

En general, la situación mejora poco a poco. Cada día tenemos mayor superficie verde (tanto a nivel de suelo como a superficie cubierta por copas de árboles), más calidad y un enfoque más ecosocial que en los diseños tradicionales y en los tipos de conservación de espacios verdes. Tenemos la fortuna de poder ir aportando mejoras conceptuales, de planificación, de diseño y de gestión que son bien recogidas por los gestores públicos y por la ciudadanía en general.


Desde hace unos años el concepto de “infraestructura verde” está presente en todos los debates del sector. ¿Qué supone respecto a la idea de urbanismo y paisajismo verde actual o pasado?
La infraestructura verde es un punto de inflexión en la planificación y el diseño urbano, ha llegado para quedarse y supone la gran oportunidad para mejorar nuestras ciudades y calidad de vida. La publicación de la Estrategia europea en materia de infraestructura verde acaba de cumplir 10 años y en ella se recoge de forma explícita la importancia de trabajar en las ciudades que es donde vive la mayor parte de la población mundial (en España más del 80%). Desde la AEPJP tenemos la responsabilidad de trabajar siguiendo sus criterios; en particular, trabajar con conceptos como los servicios ecosistémicos, la biodiversidad y el cambio climático. La infraestructura verde, como herramienta de planificación territorial, permite cambiar la forma de entender y diseñar las ciudades, huir de centralismos, inequidades sociales y desigualdades de justicia ambiental. Pero debemos hacerlo bien, debemos apostar por la excelencia técnico-científica y huir de superficialidades o de efectos de greenwashing.
Todo ello ha sido apoyado por movimientos internacionales de urbanismo de gran proyección internacional como el urbanismo del paisaje, el urbanismo ecológico o el urbanismo biofílico, que han permitido trasladar las ideas y que grandes profesionales de la arquitectura, la ingeniería, el diseño urbano, la arquitectura del paisaje, la biología, etc. apuesten por el verde en las ciudades y lo apliquen en sus fascinantes proyectos.

En el ámbito de España, ¿cuáles deberían ser las medidas más urgentes a adoptar por las disciplinas de la jardinería y el paisajismo para enfrentarse a los retos del cambio climático, el aumento de la población y su envejecimiento? Todos ellos tendrán sus efectos sobre las ciudades.

La OMS nos dice que la mayor causa de muertes en el mundo son las Enfermedades no Transmisibles (ENT) que son originadas por tres causas: un urbanismo inadecuado, el envejecimiento poblacional y la globalización. En este último caso podemos señalar, por ejemplo, el cambio hacia hábitos de alimentación globales donde la comida rápida va ocupando lamentablemente un puesto cada vez más alto.

Pues precisamente con la infraestructura verde se puede hacer frente a esas causas. Con una adecuada planificación territorial se puede mejorar el urbanismo, hacerlo más verde, más sostenible, más resiliente, más biofílico y ecofuncional. De la misma forma, se puede potenciar el cultivo de cercanía, de km 0, de cultivos más sanos, ecológicos que, a la postre, mejoren nuestra salud. En cuanto al envejecimiento poblacional, es un hecho que cada día vivimos más, y con un adecuado diseño y planificación espacial de la infraestructura verde se pueden habilitar espacios y zonas comunes para personas mayores, personas con movilidad reducida, como así lo apunta el ODS 11. Pero el 2030 ya está ahí y debemos dar un paso al frente, ponernos serios y reclamar estas metas como un fin en sí mismo.
El paisajismo, a mí me gusta más llamarle arquitectura del paisaje por sus connotaciones conceptuales y de calado, debe volcarse en la lucha frente al cambio climático y en el diseño de espacios más sostenibles, inclusivos, seguros y resilientes. Y ya se está haciendo. Hay proyectos muy buenos de Sistemas Urbanos de Desarrollo Sostenible (SUDS), de diseños reversibles, de uso racional de la vegetación por hidrozonas, etc… Pero debemos seguir apostando por más cambios, especialmente los basados en la ciencia, como la incorporación de los servicios ecosistémicos o criterios de biodiversidad, como la selección de especies con menores requerimientos hídricos y de fertilizantes, pero que a la vez proporcionen refugios para fauna, promuevan la existencia de polinizadores, generen ambientes frescos, capten contaminantes o material particulado, etc…, es decir, pasar de hablar de una forma genérica a una forma técnica, con base en proyectos de investigación y el conocimiento práctico de las actuaciones.


Por su parte, el aumento de la población es un hecho, así lo denotan las gráficas de FAO o la ONU. Por tanto, debemos ser capaces de diseñar y gestionar nuestras ciudades para ofrecer espacios adecuados para todos. Pero ello también debería ir de la mano de potenciar la vida en el entorno rural, ese gran olvidado que ofrece una calidad de vida en muchos casos mejor que en la ciudad. Las políticas sectoriales y territoriales deben ser firmes y deben potenciar el asentamiento en el entonro rural y luchar contra la denominada España vaciada. Lamentablemente, la juventud huye y es un problema educacional y, en muchos casos, originado por los medios.

¿Cuáles son las últimas tendencias en la elección de especies vegetales y la creación de espacios verdes urbanos?
Es una pregunta muy abierta, con muchas respuestas, pero lo intentaré focalizar de forma práctica. En cuanto a la elección de especies, nos encontramos en un momento de grandes cambios originados, en particular, por el cambio climático, pero también por las metodologías de lanzamiento de proyectos, que cada día son más técnicos y especializados y que combinan criterios y condicionantes técnicos y científicos con un marcado carácter hacia la evolución espacio-temporal, las 4D. Es un hecho que las modelizaciones de escenarios futuros nos indican que los gradientes térmicos serán diferentes y que las especies vegetales que se usan en algunas zonas serán desplazadas por otras que soporten mayores temperaturas y requieran menos agua, ello conlleva, además, una migración de fauna y, de las plagas y enfermedades.

Por ello, la primera incógnita en una ecuación ficticia sobre esta cuestión es ¿qué especies soportarán las temperaturas a X años en una zona concreta y como se pueden ver afectadas por nuevas plagas y enfermedades? Otras incógnitas en la ecuación están definidas por los servicios ecosistémicos que queremos potenciar: ¿frutos comestibles?, ¿flores?, ¿captación de contaminantes?, ¿refugio de fauna?, ¿biodiversidad?,¿especie apta para uso en zonas inundadas?,¿resistente a fracturas de ramas?,¿beneficios sociales que aporta?… En este sentido, hay publicaciones interesantes como la de Hirons y Sjöman (2019), titulada Tree species selection for green infrastructure: a guide for specifiers que permite conocer y seleccionar mejor las especies desde el prisma de la selección de los servicios ecosistémicos. Siempre debemos hacer un balance entre servicios, diservicios, adaptación a escenarios futuros y también, como no, teniendo en cuenta los clásicos parámetros de morfología, cromatismo, tamaño y preferencias poblacionales.
Como vemos es una ecuación de selección compleja, pero que tenemos la responsabilidad de solucionar. Precisamente ahí trabajará la AEPJP, para facilitar el trabajo de los arquitectos del paisaje en su buen hacer.